¿Te imaginas dentro de la Tierra escuchando el agua, sintiendo el viento y viendo los diferentes organismos que la habitan? Yo no, no podía, no conocía lo que era sólo escuchar el agua, "ver" la oscuridad o ponerle atención al silencio.
Estoy tomando el curso básico de la UNAM, entre porque me interesaba la escalada, es mi pasión. Sin embargo, estar bajo tierra es especial.
Es genial entrar por vez primera a una gruta, La Joya, y vivir un nerviosismo diferente: enfrentarte al vacío colgado de un arnés, sintiendo el viento en todo el cuerpo, procurando mantener el control, y eso que sólo es un pequeño tiro de 4 o 5 metros. Después del tiro caminas, más bien saltas entre las grandes rocas, tratando de encontrar el camino, sintiendo cómo te alejas de la luz del día para sumergirte en la oscuridad que te va envolviendo.
Observar y oír a las pequeñas manchas voladoras que recorren los altos techos, saltar y arrastrarte para llegar a "La cortina" que es un tiro de más de 12 metros. Cerca de él hay una formación espectacular, tanto que muchos de mis compañeros quedaron extasiados al verla y al bajar junto a ella, se les oía exclamar: "esta bien chida", "nunca pensé hacer esto en una pared tan hermosa" o simplemente "parece un helado". Pero aun más impresionante, por lo menos para mi, es el hecho de estar en la cabecera del tiro e ir en contra del instinto de supervivencia: dejarme sostener por una cuerda en el más terrorífico de los vacíos, sin alcanzar a ver el fondo o quien pueda ayudarme si algo pasa. Estamos sólo yo y la cuerda.. Entonces, haciendo gala de mis habilidades, desbloquee el minirack y descendí, descendí a los abismos, a un lugar mágico y de buena vibra.
Después vino la marcha por un camino lleno de agua que nos llegaba debajo de las rodillas, cruzar una gran cantidad de pozas, desescalar y escalar una y otra vez, todo para mojarnos lo menos posible. En cada vuelta del camino nos encontrábamos con diferentes vistas, con animales que nunca pensé que vivieran bajo tierra como ranas, cangrejos y otros bichos raros. En eso llegamos a una arrastradera y al pasarla, fue como haber salido de un animal prehistórico o de un dragón.
Llegamos a otros dos tiros, más cortos pero no menos espectaculares que los anteriores, sobre todo porque bajas al lado de unas cascadas. Luego sigues caminando por mucho tiempo, hasta llegar al sifón, que ya son palabras mayores: Si entrar a una cueva es de cuidado, ¡bucear en ella es peor! Mis nervios se dispararon: "¿qué tal si no llego al otro lado?, ¿qué tan largo será?, ¿y si se me olvida nadar?" Lo logré, logré pasar sin complicaciones.
También dentro del recorrido y antes del sifón, hay un paso estrecho en el que para pasar de una poza a un salón de grandes dimensiones, es necesario recorrer un camino de menos de un metro de ancho que en un punto da una vuelta de casi 90º que resulta muy compleja de pasar, sobre todo para la gente que tiene un gran corazón, si saben a lo que me refiero.
Después de no se cuantas horas de espera, llega el momento de emprender el regreso, como siempre y por falta de condición, me siento cansado y me quiero subir por el elevador, ¡me dijeron que aquí había uno y yo quiero regresar por ahí! Eso en mis sueños, la realidad es otra: no hay elevador y mucho menos quien me cargue, asi que haciendo de tripas corazón comienzo el ascenso lento, difícil; a escalar por paredes totalmente mojadas donde mis tenis se resbalan con sólo ver la roca; pasar el sifón que se siente más estrecho pegándome con el techo al quererme levantar, tener que intentarlo de nuevo, buscando a ciegas un mejor sitio para salir y después... continuar con el recorrido subir con dificultad los tiros sobretodo "La cortina" ¡y eso que estaba junto a un helado!
Al final del día y ya en el campamento, comentamos nuestras experiencias. Personalmente, hubo tres lugares que me impresionaron de mi recorrido en La Joya: "La Cortina", mi primer descenso impresionante; el paso estrecho o "de los 90" como muchos lo conocen y el sifón (probablemente existan más cosas pero no las pudimos ver en esta salida).
Esta por verse lo que me depara el módulo de escalada, espero que esté mejor o igual que el de espeleo, de lo contrario me tendrán dando lata en estas cosas raras, húmedas y oscuras que llaman grutas.
Gracias por su espacio
Luis
Después vino la marcha por un camino lleno de agua que nos llegaba debajo de las rodillas, cruzar una gran cantidad de pozas, desescalar y escalar una y otra vez, todo para mojarnos lo menos posible. En cada vuelta del camino nos encontrábamos con diferentes vistas, con animales que nunca pensé que vivieran bajo tierra como ranas, cangrejos y otros bichos raros. En eso llegamos a una arrastradera y al pasarla, fue como haber salido de un animal prehistórico o de un dragón.
Llegamos a otros dos tiros, más cortos pero no menos espectaculares que los anteriores, sobre todo porque bajas al lado de unas cascadas. Luego sigues caminando por mucho tiempo, hasta llegar al sifón, que ya son palabras mayores: Si entrar a una cueva es de cuidado, ¡bucear en ella es peor! Mis nervios se dispararon: "¿qué tal si no llego al otro lado?, ¿qué tan largo será?, ¿y si se me olvida nadar?" Lo logré, logré pasar sin complicaciones.
También dentro del recorrido y antes del sifón, hay un paso estrecho en el que para pasar de una poza a un salón de grandes dimensiones, es necesario recorrer un camino de menos de un metro de ancho que en un punto da una vuelta de casi 90º que resulta muy compleja de pasar, sobre todo para la gente que tiene un gran corazón, si saben a lo que me refiero.
Después de no se cuantas horas de espera, llega el momento de emprender el regreso, como siempre y por falta de condición, me siento cansado y me quiero subir por el elevador, ¡me dijeron que aquí había uno y yo quiero regresar por ahí! Eso en mis sueños, la realidad es otra: no hay elevador y mucho menos quien me cargue, asi que haciendo de tripas corazón comienzo el ascenso lento, difícil; a escalar por paredes totalmente mojadas donde mis tenis se resbalan con sólo ver la roca; pasar el sifón que se siente más estrecho pegándome con el techo al quererme levantar, tener que intentarlo de nuevo, buscando a ciegas un mejor sitio para salir y después... continuar con el recorrido subir con dificultad los tiros sobretodo "La cortina" ¡y eso que estaba junto a un helado!
Al final del día y ya en el campamento, comentamos nuestras experiencias. Personalmente, hubo tres lugares que me impresionaron de mi recorrido en La Joya: "La Cortina", mi primer descenso impresionante; el paso estrecho o "de los 90" como muchos lo conocen y el sifón (probablemente existan más cosas pero no las pudimos ver en esta salida).
Esta por verse lo que me depara el módulo de escalada, espero que esté mejor o igual que el de espeleo, de lo contrario me tendrán dando lata en estas cosas raras, húmedas y oscuras que llaman grutas.
Gracias por su espacio
Luis
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