lunes, 14 de junio de 2010

El Semillero


Desde que la Asociación de Montañismo de la UNAM explora la Sierra de Zongolica, cerca del Sótano de Popoca, los lugareños comentan de una cavidad cercana, a dos o tres cerros, sin embargo, fue apenas hace algunos años que el grupo exploró el sitio encontrando una cueva de proporciones medianas, serpenteante, pequeña y de poco desarrollo.

No fue sino hasta este año que durante la fiesta anual que realiza la Asociación de Montañismo en la zona, un grupo de osados espeleólogos del legionario GEU comandados por el carismático Amilcar (Jazmín, Ale y los siempre impresionantes... eh no, los maravillosos... mmm, no los...bueno... Tepeu, Héctor, Edgar y Arturo), guiados por un lugareño, se adentraron en las profundidades de la selva y trás sortear ríos caudalosos, bestias salvajes, vegetación indomable y un sinfín de calamidades, se encontraron con la espectacular entrada del Semillero.

Antes de contar su aventura, hay que mencionar dos de las características interesantes de esta cavidad: en primer lugar, que las paredes, techos y muy probablemente el suelo, están llenos de restos fósiles que permiten apreciar las formas de viejos caracoles marinos (ya sea en cortes horizontales o verticales) y, segundo, que es una cueva que canta en todo momento y no debido a escurrimientos o riachuelos (sólo hay agua en forma de charcos), sino a los grillos o chapulines cavernícolas que le cantan a la oscuridad y dan la bienvenida a cada uno de los espacios.

Volviendo al relato de nuestros osados exploradores, el plan que tenían era simple: entra a la pequeña cavidad y disfrutar del recorrido de 30-40 minutos.
La primera parte de la cueva era fantástica, era como si entraran a las fauces de una serpiente y recorrieran su cuerpo en zigzag hasta llegar al primer tiro después del cual caminaron unos siete metros para encontrarse... ¡con una escalera!... ¡SÍ! una escalera más que casera, hecha con un tronco en "Y" al que le agregaron algunos peldaños extremadamente endebles. Tras subirla se encontramos con otra galería llena de un lodo muy pegajoso que trataba de robarles los zapatos a cada paso, es de mencionar que el lodo estaba intacto lo que les hizo pensar que hace mucho tiempo que nadie entraba.

Luego, bajaron un pequeño tiro, escalaron una colada y se encontraron con otra galería y...hasta ahí llegaron, los exploradores tuvieron que terminar abruptamente su visita por falta de equipo y tiempo (el guía esperaba afuera desde hace más de tres hora), no sin antes prometerse regresar para realizar la topografía y sobre todo, para terminar el recorrido y resolver el misterio de la cavidad de poca longitud que de repente resulto no tener fin. Se van con un grato sabor a triunfo y con la esperanza de regresar para ver qué secretos descubren y que tan lejos los pueden acompañar los cantos de los grillos.


Hasta Siempre, SEMILLERO


viernes, 4 de junio de 2010

La Joya, mi primer cueva

¿Te imaginas dentro de la Tierra escuchando el agua, sintiendo el viento y viendo los diferentes organismos que la habitan? Yo no, no podía, no conocía lo que era sólo escuchar el agua, "ver" la oscuridad o ponerle atención al silencio.


Estoy tomando el curso básico de la UNAM, entre porque me interesaba la escalada, es mi pasión. Sin embargo, estar bajo tierra es especial.

Es genial entrar por vez primera a una gruta, La Joya, y vivir un nerviosismo diferente: enfrentarte al vacío colgado de un arnés, sintiendo el viento en todo el cuerpo, procurando mantener el control, y eso que sólo es un pequeño tiro de 4 o 5 metros. Después del tiro caminas, más bien saltas entre las grandes rocas, tratando de encontrar el camino, sintiendo cómo te alejas de la luz del día para sumergirte en la oscuridad que te va envolviendo.
Observar y oír a las pequeñas manchas voladoras que recorren los altos techos, saltar y arrastrarte para llegar a "La cortina" que es un tiro de más de 12 metros. Cerca de él hay una formación espectacular, tanto que muchos de mis compañeros quedaron extasiados al verla y al bajar junto a ella, se les oía exclamar: "esta bien chida", "nunca pensé hacer esto en una pared tan hermosa" o simplemente "parece un helado". Pero aun más impresionante, por lo menos para mi, es el hecho de estar en la cabecera del tiro e ir en contra del instinto de supervivencia: dejarme sostener por una cuerda en el más terrorífico de los vacíos, sin alcanzar a ver el fondo o quien pueda ayudarme si algo pasa. Estamos sólo yo y la cuerda.. Entonces, haciendo gala de mis habilidades, desbloquee el minirack y descendí, descendí a los abismos, a un lugar mágico y de buena vibra.

Después vino la marcha por un camino lleno de agua que nos llegaba debajo de las rodillas, cruzar una gran cantidad de pozas, desescalar y escalar una y otra vez, todo para mojarnos lo menos posible. En cada vuelta del camino nos encontrábamos con diferentes vistas, con animales que nunca pensé que vivieran bajo tierra como ranas, cangrejos y otros bichos raros. En eso llegamos a una arrastradera y al pasarla, fue como haber salido de un animal prehistórico o de un dragón.

Llegamos a otros dos tiros, más cortos pero no menos espectaculares que los anteriores, sobre todo porque bajas al lado de unas cascadas. Luego sigues caminando por mucho tiempo, hasta llegar al sifón, que ya son palabras mayores: Si entrar a una cueva es de cuidado, ¡bucear en ella es peor! Mis nervios se dispararon: "¿qué tal si no llego al otro lado?, ¿qué tan largo será?, ¿y si se me olvida nadar?" Lo logré, logré pasar sin complicaciones.

También dentro del recorrido y antes del sifón, hay un paso estrecho en el que para pasar de una poza a un salón de grandes dimensiones, es necesario recorrer un camino de menos de un metro de ancho que en un punto da una vuelta de casi 90º que resulta muy compleja de pasar, sobre todo para la gente que tiene un gran corazón, si saben a lo que me refiero.

Después de no se cuantas horas de espera, llega el momento de emprender el regreso, como siempre y por falta de condición, me siento cansado y me quiero subir por el elevador, ¡me dijeron que aquí había uno y yo quiero regresar por ahí! Eso en mis sueños, la realidad es otra: no hay elevador y mucho menos quien me cargue, asi que haciendo de tripas corazón comienzo el ascenso lento, difícil; a escalar por paredes totalmente mojadas donde mis tenis se resbalan con sólo ver la roca; pasar el sifón que se siente más estrecho pegándome con el techo al quererme levantar, tener que intentarlo de nuevo, buscando a ciegas un mejor sitio para salir y después... continuar con el recorrido subir con dificultad los tiros sobretodo "La cortina" ¡y eso que estaba junto a un helado!

Al final del día y ya en el campamento, comentamos nuestras experiencias. Personalmente, hubo tres lugares que me impresionaron de mi recorrido en La Joya: "La Cortina", mi primer descenso impresionante; el paso estrecho o "de los 90" como muchos lo conocen y el sifón (probablemente existan más cosas pero no las pudimos ver en esta salida).

Esta por verse lo que me depara el módulo de escalada, espero que esté mejor o igual que el de espeleo, de lo contrario me tendrán dando lata en estas cosas raras, húmedas y oscuras que llaman grutas.

Gracias por su espacio

Luis