Como le sucede a la "Comunidad del Anillo", la emoción comienza mucho antes de llegar al lugar, a través de la planeación y búsqueda, para nosotros, de lugares donde las condiciones geológicas sean las propicias para la formación de las cuevas. Si la respuesta es afirmativa, se prospecta la zona y se platica con los lugareños sobre nuestra visita porque les es difícil creer que sólo deseamos conocer las cavidades de sus tierras, debemos convencerlos de que nuestra intención no es robar o expropiar "algo".
Este trabajo prevío parece innecesario pero es de suma importancia, como lo demuestra el que lo hecho hace más de diez años por el Grupo Espeleológico Universitario (GEU) de la UNAM en Iztacxochitla, nos permita continuar explorando y conociendo la zona hasta el día de hoy.
Una vez que hemos identificado la ubicación de la cueva, ¡ahora sí! a buscar seres de la Tierra Media, adentrarse en su mundo y encontrar nuevos caminos hacia las entrañas del planeta, que son sorprendentes y liberadoras, aunque algunas personas se pregunten "¿para qué pasar hambre, frío o insomnio?, ¿porqué se meten?, ¿qué ganan con entrar?, ¿cuál es el sentido? Pero nosotros pensamos que somos los nuevos exploradores, buscando y encontrando sitios ocultos desde hace millones de años que ansían nuestra visita. Nos gusta romper una de las últimas fronteras,: la subterránea, donde ver una estalagtita, un gour, una cortina, una pisolita o cualquier espeleotema, así sea en la misma entrada de la cueva, bien vale el camino recorrido y todo lo pasado o "sufrido" dirán algunos. Y es que en México aun existen comunidades en las que para visitar a un amigo, las personas caminan hasta tres horas por la sierra y en muchas ocasiones eso solo es la mitad del recorrido para llegar a la entrada de una gruta.
Es fantástico visitar un sitio donde sólo reina la oscuridad y el continuo fluir del agua. Es genial romper esa oscuridad y develar una gran gama de rocas a veces volcánicas, a veces metamórficas, pero siempre ver una aglomeración de formas que se van incrustando en el subsuelo... Esto es un espectáculo que pocos pueden contemplar. Pero el espectáculo no acaba ahí, porque como en Viaje al centro de la tierra de Julio Verne, encontramos ríos, cascadas, enormes pozas subterráneas, donde paredes y techos nos invitan a contemplar los maravillosos reflejos que se pueden encontrar en lugares perdidos en el tiempo.
¿Por qué pasar hambre, frío e insomnio?, sólo podemos decir ¿por qué no? Esas vistas, formas y entornos, valen más que un mal momento físico (que también tiene su encanto). Somos como un niño que descubre que puede andar en bicicleta y al pedalear se siente más vivo, más fresco, más joven, y como dice el dicho: eso nunca se olvida. Lo disfrutamos tanto que siempre deseamos sacarle imágenes o vídeos a esos momentos para compartir con todo el mundo nuestras experiencias en ese esplendoroso mundo subterráneo.
Es cierto que no ganamos dinero, de hecho perdemos, pero regresar y que tus compañerosque no pudieron ir, te esperen ansiosos para que les cuentes como fué la exploración, sí se encontraron nuevas cavidades, sí ya se pasó el sifón que obstruye el paso, no tiene precio. Es tan natural viajar con tus camaradas de cordada para una vez más explorar esas fronteras llamadas cavidades, cuevas, sótanos o grutas.
Pese a todo lo dicho y por mucho que me cueste, tengo que reconocer que la espeleología tiene algo de malo, un defecto: no hemos encontrado a ningún ser o criatura de la Tierra Media , pero lo seguiremos intentando.